El evento tuvo lugar el pasado viernes 30 de agosto a las 18h en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario (FAPyD UNR).

El arquitecto uruguayo recibió la máxima distinción universitaria por sus múltiples aportes a la cultura disciplinar y académica y al bienestar de la comunidad toda. Sus antecedentes en docencia, investigación, gestión académica y pública y el ejercicio de la profesión, centrados particularmente en el hábitat, vivienda popular y medio ambiente, dan cuenta de lo valioso de su tarea en estas últimas décadas y de la trascendencia de su obra, detallaron desde la universidad. 

Compartimos la exposición de Darío Jiménez (arq. FAPyD UNR)

“¿Qué pasa con la gran ciudad? ¿Por qué la gente esta tan mal?
De no tener colores, campos, ni flores, cansada la gente está.
Ya sé que es burdo repetir la frase del amor y paz
Mejor no dialoguemos; vamos a vernos: es todo nuestro capital.
Y no querré escapar, porque seré uno más de la ciudad”.

Estos versos no han sido escritos por ningún poeta ilustrado, ni por un académico, ni por un político profesional. Pertenecen a la canción “La gran ciudad”, de nuestro querido músico uruguayo Rubén Rada -casi argentino también-, incluida en su disco “La Rada”, del año 1981. Y comenzamos con esta referencia por varios motivos. Uno, porque citando a Rada -dada su nacionalidad- le hacemos una especie de guiño cómplice a Salvador Schelotto, nuestro galardonado de hoy. Otro, porque -aunque no lo sabemos- nos gusta imaginar que el tema pudo haber sido escrito referido a Montevideo, la ciudad de Rada y de Schelotto; aunque enseguida pensamos que “la gran ciudad” podría ser también Buenos Aires, Rosario, San Pablo, Lima y tantas otras. 

Y finalmente, porque rescatamos un encadenamiento de tres actitudes del autor que nos interesa destacar. La primera es formular la pregunta del “qué pasa”, un interrogante movilizador que se pega al segundo: “¿por qué la gente está tan mal?”. Seguidamente, Rada se muestra desengañado de las frases y el palabrerío, para proponer, consecutivamente “vernos” y “no escapar”. Y, aún a costa de hacer interpretaciones forzadas, pensamos que esas actitudes de investigar qué pasa, de sentirse interpelados por el malestar popular, de apelar a la fuerza colectiva y cooperativa y de comprometernos sin escapar de nuestra realidad se vinculan con los valores y deseos que han motorizado la labor a través del tiempo de quien será hoy reconocido con la máxima distinción académica que puede otorgar nuestra Universidad.

Como imaginarán ustedes, más allá del conocimiento previo que teníamos acerca de Salvador y de su trayectoria, tener el honor de realizar esta laudatio implicó indagar en sus antecedentes, sus escritos, sus proyectos, sus apariciones en los medios. Y así, buscando bastante erráticamente, descubrimos algo que no conocíamos previamente: en su etapa de estudiante y en sus primeros pasos como graduado y docente Schelotto tuvo un particular interés y dedicación a la Historia de la Arquitectura. Quizás haya quienes piensen que el trabajo en la disciplina histórica -con su consiguiente investigación y análisis de los hechos del pasado- podría considerarse en las antípodas tanto de la acción proyectual -tan propia de la arquitectura- como de la acción política, siempre centrados en el presente y en producir transformaciones en pos de una realidad mejor. Pero sabemos que esta es una dicotomía falsa; y, a este respecto no se nos ocurren palabras mejores que las de Nietzsche: “necesitamos la historia, pero de otra manera que el refinado paseante por el jardín de la ciencia (…) necesitamos la historia para la vida y la acción, no para apartarnos cómodamente de la vida y la acción, y menos para encubrir la vida egoísta y la acción vil y cobarde. Tan solo en cuanto la historia está al servicio de la vida queremos servir a la historia”.

Así, cuenta Salvador en alguna entrevista que al iniciar sus estudios universitarios se vio deslumbrado por las exposiciones de Historia de la Arquitectura del profesor y arquitecto Mariano Arana. Nunca habrán imaginado, ni Arana ni Schelotto, que poco tiempo después compartirían como docentes el Departamento de Historia de la FADU de la Universidad de la República, pero mucho menos aún que con el paso de las décadas iban a tener también juntos un rol protagónico en la política uruguaya, particularmente en lo que concierne al gobierno de Montevideo y a las políticas territoriales, de suelos y de vivienda tanto en el ámbito municipal como nacional. Mariano Arana, recientemente fallecido, fue intendente de Montevideo, senador nacional y vivió su última etapa de la política siendo edil de la Junta Departamental de Montevideo. Respecto de la trayectoria de Salvador, la abordaremos muy sintéticamente en los próximos párrafos.

Como se sabe, Schelotto ha logrado mantener una acción paralela casi permanente entre la vida académica universitaria, la profesional y la de gestión. En la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República fue Decano por dos períodos entre 2001 y 2009, grado que jalonó una trayectoria docente previa y posterior. 

Así, en estas últimas décadas dirigió el taller de proyecto arquitectónico que lleva su nombre, habiéndose jubilado de este cargo muy recientemente. El taller -que aborda verticalmente el itinerario completo desde el ciclo inicial en primer año hasta el Trabajo Final de Carrera- en su propuesta pedagógica plantea que “abordar la Arquitectura implica desarrollar un pensamiento complejo, como lo es también el arte de proyectarla en todas sus escalas. No existen metodologías únicas y válidas: cada quien construye y reelabora permanentemente su forma de proyectar”. De ese modo entiende que “los procesos de enseñanza y aprendizaje se centran en el estudiante como protagonista del espacio educativo universitario y como constructor de sus propios caminos proyectuales. Desde ese lugar proyectamos nuestra mirada reflexiva y nuestra práctica hacia la formación en Arquitectura, con un fuerte compromiso universitario”.

Trabajo de proyectista e investigador

En cuanto a su labor como proyectista e investigador, su tarea gira en torno a preocupaciones que vinculan, como hemos dicho, cuestiones territoriales y urbanas en relación a la mejora y accesibilidad del hábitat, particularmente de los sectores populares. Por tomar sólo uno de sus trabajos, en “Cinco desafíos para el abordaje de los (des) Bordes Urbanos” Schelotto propuso entender a los bordes y la periferia confrontando con “la visión de las periferias urbanas como los espacios propios de la anomia social, de la precariedad urbano-habitacional, y como el mundo del liberalismo absoluto, en el que “todo vale”, un lugar que se sitúa por fuera de las lógicas de lo que tradicionalmente se ha entendido como planificación y gestión urbana y territorial”. 

De esta forma, postuló y sostuvo el “derecho al borde urbano”, entendido como un ámbito periférico caracterizado, conformado, integrado, calificado; un ambiente y un hábitat en el que sea posible vivir bien, convivir y trabajar.  Ámbito a dotar de un cabal sentido de lugar y de la adecuada accesibilidad a los bienes y servicios propios de la urbanidad contemporánea”. De esta forma, Salvador plantea que la vivienda social “deberá ser entendida como un repertorio de respuestas específicas, adecuadas, de calidad, que generan urbanidad. Que promueve la mayor heterogeneidad, a la escala de barrio, con diversidades de arreglos familiares, etarias y generacionales, de franjas de ingresos, con variadas formas de acceso al suelo y a la vivienda y variadas formas de tenencia de la misma (…) y por medio de diversos mecanismos que la viabilizan (…). Instrumentos, participantes y modalidades que deben operar en cierto modo como “trajes a medida”, acciones diseñadas para abordar y resolver algunos de los problemas más complejos y más postergados, en las escalas adecuadas para la intervención”. 

En coherencia con este pensamiento, Schelotto trabajó asiduamente en la gestión pública. En la intendencia de Montevideo del mencionado Arana se desempeñó como asesor de su antiguo profesor entre 1995 y 2004. En 2009 fue Director General de Planificación de la Intendencia de Montevideo y desde 2010 trasladó su accionar al ámbito de la Presidencia de la República, siendo sucesivamente Coordinador del Programa de Desarrollo y Gestión Subnacional, Director Nacional de Ordenamiento Territorial y Director Nacional de Vivienda, estos dos últimos cargos dentro del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. Ocupó y desarrolló también numerosos cargos y tareas académicas y políticas que por motivos de brevedad no incluimos en esta laudatio, pero que no han sido poco importantes para el ámbito en que han sido realizadas y que siempre hablan de una labor coherente y constante acerca de los objetivos y utopías que lo han acompañado a lo largo de su vida profesional.

Cuando Salvador visitó Rosario en septiembre de 2016 fue entrevistado por nuestra publicación A & P Periódico, la que en ese tiempo fundacional tuve el honor de dirigir. Cerrando el reportaje, nuestro colega Sebastián Rodríguez le preguntó si entre las dimensiones académica, de gestión y de trabajo profesional tuviera que elegir una, con cuál se quedaría. Con cierta ironía -y connotando también que, de ser por él, jamás renunciaría a ninguna- le contestó que le era muy difícil tomar opciones y que “en general otros las toman por mí”. 

Sebastián le cambió la pregunta, requiriéndole cuál de ellas le daba más satisfacción. Ahí Schelotto no dudó y planteó que la docencia era la columna vertebral de su accionar y que mucha de la acción pública que había realizado era una especie de derivación de su modo de entender la tarea docente. En honor a eso, creemos que el arquitecto, urbanista, funcionario, investigador, pero esencialmente profesor Salvador Schelotto merece sobradamente el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Rosario. 

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