El Plan de Estudios que fue aprobado en el año 1952, constituye un hito en la historia y es un referente en el presente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República. Los postulados fundamentales de su Exposición de Motivos aún mantienen vigencia.
“La Arquitectura es un arte vital; no es desahogo, ni pasatiempo, ni capricho. Si bien está en parte condicionada al temperamento, como toda otra actividad humana, el estímulo que pone en marcha la creación es exterior. Debe responder con alta precisión a las necesidades de la comunidad, debe ambientar e interpretar las relaciones sociales, debe contribuir a resolver problemas que solo en su ámbito pueden ser resueltos.”
“La honda raíz social de la arquitectura exige que la enseñanza se oriente a proporcionar al profesional un serio dominio de su técnica, una certera concepción de su arte y una desarrollada capacidad creadora; pero sobre todo, ineludiblemente, el más profundo conocimiento del medio y sus problemas, y una conciencia clara de los objetivos hacia los cuales debe tender la sociedad.”
El Plan de Estudios hoy vigente en la facultad de arquitectura de la UdelaR apuesta a la formación universitaria integral del estudiante, en tanto individuo y en tanto ciudadano, resaltando los aspectos éticos de una conducta universitaria tendiente a generar y desarrollar un compromiso con el medio y con la sociedad que promueva su superación.
La Facultad, comprometida por una historia de constante superación, busca en esta instancia mantener el permanente mejoramiento de la calidad de la formación, estando alerta a las exigencias que impone el avance del conocimiento.
El desarrollo y diversificación de la disciplina, así como la necesidad de adecuar el papel del Arquitecto a condiciones de una realidad cambiante con altos grados de indeterminación futura, la obliga a preparar egresados comprometidos a proseguir un proceso de formación permanente, capaz de permitir la actualización continua y habilite a enfrentar responsable y eficazmente los diversos matices y modalidades que el desempeño profesional les requiera.
Los egresados cuentan con una formación generalista y equilibrada de la disciplina, que les permite ejercer la profesión de Arquitecto, y los habilita para ello, desarrollando en consecuencia en forma autónoma tareas de programación, planificación, proyecto, dirección, producción, gestión, asesoramiento, mantenimiento y equipamiento referidas a la arquitectura, entendida ésta en su más amplia acepción, en todas sus dimensiones y escalas de actuación, incluida la territorial, así como integrándose en equipos para abordar las mismas actividades u otras de mayor complejidad o que requieran niveles de interdisciplinariedad.