La Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos (FPAA), entidad que congrega a Arquitectos de toda América, expresa su enorme pesar por el incendio que ocurrió el pasado día 2 de setiembre del 2018, devastando el Museo Nacional de Brasil, el más grande Museo de Historia Natural de la ciudad, ubicado en la Quinta da Boa Vista, en Río de Janeiro.
El desastre dejó en ruinas el antiguo Palacio Imperial de San Cristóbal, que alberga el museo desde 1902 y que fue declarado patrimonio nacional, destruyéndose en este terrible incidente millones de piezas de su acervo, cuya perdida es lamentada no sólo por la sociedad brasileña, sino también por los pueblos de las Américas y del mundo.
El incidente en el Museo es el resultado de la paulatina reducción de presupuesto para conservación y mantenimiento de su acervo e instalaciones, y cuyo cuadro tiende a agravarse con las recientes medidas de austeridad que congelan inversiones en diversos sectores en los próximos años, especialmente en el campo de la cultura y de las ciencias, históricamente relegadas en relación a recursos públicos.
El Instituto de Arquitectos de Brasil (IAB), que tiene la representación de la FPAA en Brasil, realizó hace pocas semanas actos en todo el territorio nacional en defensa del patrimonio cultural. Es necesario aprender con esta tragedia y exigir al poder público acciones inmediatas en defensa no sólo del Museo Nacional sino de todo el patrimonio cultural brasileño. Acciones que no sean puntuales o casuistas, sino permanentes y estructuradoras, como hizo la ciudad de Quito tras el devastador terremoto de marzo de 1987, con la creación del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural.
Por último, en relación al edificio casi totalmente consumido por las llamas, es preciso tomar con mucha cautela la propuesta de su reconstrucción. El proyecto arquitectónico debe observar la Legislación Federal Brasileña, las recomendaciones internacionales y nacionales consagradas y debe primar un proceso participativo, transparente e involucrando amplio debate social, y cuyo resultado no sea la mera reconstrucción del edificio, cuya pérdida es irreversible, sino más bien que este nuevo equipamiento a construirse demuestre el diálogo entre sus valores originales, el tiempo presente y el futuro.