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Autor: Eduardo Bertiz

Los medios de transporte ya no comparten el espacio público de la ciudad como sucedía a comienzos del siglo XX. Por el contrario, su desarrollo ha colaborado para que este se haya ido fragmentando cada vez más hasta alcanzar grados de segregación social y ambiental inusitados.

La utilización indiscriminada del automóvil como medio de transporte es señalada generalmente como la mayor causa de los problemas urbanos de movilidad y las variables que presenta en cuanto a usos del suelo, contaminación, sostenibilidad y medio ambiente, costos sociales y económicos son desfavorables desde todas las perspectivas.

Al hablar del “derecho a la movilidad” y su expresión espacial, se debería tener en cuenta que la forma de los desplazamientos son consecuencia de las posibilidades físicas que la ciudad le ofrece a sus habitantes, y que, frente a una demanda real de vinculación entre actividades urbanas, la misma se puede satisfacer de formas muy diversas.

El espacio público contemporáneo se ha convertido en un territorio en disputa. Considerando el par movilidad/ciudad en discusión, se establecen “condiciones de mediación” como alternativa para generar soluciones, estableciendo pautas de diseño que equilibren las desigualdades en el uso del espacio urbano, particularmente para los modos de movilidad más vulnerables (peatones, bicicletas, livianos eléctricos o eléctricos de última milla) frente a otros más demandantes como el automóvil particular. 

Mediar implica conectar, o sugerir una conexión mediante espacios o elementos intermedios que manifiesten intencionadamente una voluntad de cohesión de determinadas circunstancias urbanas en conflicto.

La noción de Mediador urbano que proponemos concibe las intervenciones urbano/arquitectónicas estableciendo “lineamientos operativos primarios de diseño”, pero no su formalización definitiva, resolviendo técnicamente los requerimientos infraestructurales utilitarios a la movilidad motorizada y simultáneamente conformando una espacialidad pública inclusiva, diversa y de calidad.

Se propone una evolución transformadora de las condiciones de la ciudad pública contemporánea como lugar de encuentro, inclusivo, equilibrado y democrático para todos los modos de transporte, que lo convierta “en un ámbito colectivo de formación de ciudadanía” (Torres Corral, 2007).