El próximo 4 de diciembre se realizarán las elecciones en SAU para la renovación de su Presidencia y la integración de los siguientes organismos internos para los próximos dos años: Comisión Directiva, Colegio de Asesores, Colegio de Jurados y Comisión Fiscal. En esta oportunidad, se presentan las siguientes listas de postulantes a la presidencia: Lista 101, Arq. Alma Varela. Lista 102, Arq. Alberto Leira. Lista 103, Arq. Héctor Berio.
Compartimos una entrevista realizada al Arq. Héctor Berio sobre los desafíos actuales de la profesión, las temáticas a las que quiere apostar para el próximo período y las acciones concretas que tomaría como presidente de SAU.
¿Cuáles son, en tu opinión, los principales desafíos que se les aparecen a los profesionales en su ejercicio?
Esa pregunta es dificilísima, porque seguramente tiene una respuesta facilísima si te digo tenemos que aprender BIM, que prepararnos para la inteligencia artificial y para todas esas cosas. Pero te diría que en realidad es todo lo contrario. Me parece que el desafío que tenemos los arquitectos es la propia definición de la arquitectura del proyecto. El proyecto es algo futuro. La gran cualidad que tiene el arquitecto, incluso frente al ingeniero o frente a otro profesional, es que tiene la capacidad de imaginar futuro. Lo que hacemos en un papel se va a terminar concretando, no solo por el impulso de la persona que lo dibujó, sino por una enorme cantidad de gente que está colaborando para desarrollar la idea, y además eso refuerza mucho más el tema del colectivo, de que la obra es un colectivo. Me parece que los desafíos que nos vienen son cómo, frente a este mundo, con esa complejidad, con la diversidad de opiniones, con la diversidad cultural, con la multirracialidad, con los problemas de género, con los problemas políticos, la arquitectura está cambiando todo el tiempo. Nuestro gran desafío es apuntar a eso. Todo lo demás: la técnica, la tecnología, son herramientas.
El BIM, la tecnología, son herramientas fundamentales. Es como cuando en el Renacimiento León Battista Alberti describió el largo de la cuerda con el sonido que tenía que ver con la estructura matemática y encontró un mecanismo matemático para proyectar. Eso es algo que aprendimos del Renacimiento, o el elemento de la perspectiva. Todas esas cosas hoy día te lo da la tecnología. Tenemos una tecnología impresionante. Yo recibo amigos que dicen :”viste que recibieron una máquina china que larga un chorro de Portland o de no sé qué producto y hace casas. ¿No tendríamos que comprar esto? No, eso es algo que pueden hacer los chinos en su lugar, con su idiosincrasia, con su forma, con su estado tecnológico. Nosotros tenemos otros problemas todavía, que no es importar un aparato que sea capaz de generarte eso. Si es tecnología la podemos adquirir en cualquier momento, pero tenemos que pensar en otras cosas. Y me parece que ese es sobre todo el tema de la construcción integral del hábitat, del hábitat sostenible, del futuro, de lo que es la relación del individuo con la ciudad.
¿Si tuvieras que resumir cuáles son las principales temáticas por lo que querés apostar en este próximo período?
Visibilizar la profesión. Y ahí te pongo un margen porque lo hemos discutido acá con algunos compañeros. Cuando nosotros vinimos acá a una reunión y dijimos hay que visibilizar a la arquitectura, darle una dimensión. Enseguida muchos pensaron “no, pero la SAU tiene”. No estamos hablando de que a la SAU haya que visibilizarla. La Sociedad Arquitectos tiene 110 años, una trayectoria brutal. Es una institución reconocida en el medio. Creo que tenemos que tratar de que la profesión tenga otro rol, otra visibilidad. Por lo individual y lo colectivo. Somos los constructores del hábitat y las empresas constructoras nos deben a nosotros el trabajo. Nosotros no somos los que tenemos que ir a golpearles la puerta para que nos den trabajo. Al contrario. Tenemos que invertir ese proceso, que es un tema de visibilizarlo. La SAU ahora tiene 18 comisiones y todas funcionan bien y tiene sentido el tema que están abordando. Creo que habría que superponer un trabajo entre la Comisión Directiva y las comisiones que tenga que ver con, por ejemplo, observatorios participantes. Porque hay una cantidad de temas que son transversales a todas esas comisiones. Si logramos organizar algunos observatorios que traigan temas transversales, empezamos a generar una nueva problemática para poder debatir de nuevo. De alguna forma, este año, en los conversatorios que llevamos a cabo, en todos se dio esa posibilidad, como también se da en el Concurso de Obra Realizada. Eso es un valor que se empezó a reconocer porque el COR implica qué es lo que se está haciendo en la arquitectura. Implica un grupo de gente, porque vos te presentás por tu voluntad. Pero sí en 100 proyectos se puede hacer una lectura de cosas que se están proponiendo y de cosas que se están haciendo, de cómo incide la tecnología, la Ley de Vivienda Promovida, por ejemplo, que es una cosa importantísima que ha pasado en la ciudad. ¿Cómo ha incidido en el proyecto, en la construcción del hábitat, en el hábitat futuro?
La otra cosa que me parece importantísima es visibilizar la dimensión cultural que tiene la arquitectura. Creo que la arquitectura y el urbanismo forman parte de una dimensión cultural, porque está la sociedad metida en eso. No somos artistas plásticos que hacemos un dibujo y planteamos nuestra filosofía. Nosotros trabajamos con el espacio de la gente, entonces tenemos que entender que esa es una construcción colectiva, que esa construcción la reconocés en cualquier parte del mundo, porque vas a Roma y tiene una estructura determinada que es milenaria, y venís acá a Uruguay y tiene también una estructura de determinadas cosas, capas sobre capas que se van construyendo, y todo es arquitectura. Ahí hay una dimensión cultural del pasado, pero tiene una dimensión cultural de futuro. Estoy en una frontera, estoy viviendo un presente que es una línea mínima. Mañana estoy proyectando nuevas cosas con nuevas tecnologías. Entonces me parece que la dimensión cultural es sumamente interesante. Y en eso hay un problema. Toda cosa cultural necesita financiamiento. Algunas ideas que andan en la vuelta me parece que son muy interesantes. El año pasado también se llevó a cabo el Congreso Hacer Ciudad, que es también un avance sustancial. Ahí apareció una cantidad de gente pensando en arquitectura. Por otro lado, aparecieron una cantidad de compañeros que, con muy buena intención, plantearon que esto debe terminar en una bienal.
Y sí, porque tenemos un Concurso de Obra Realizada, tenemos un congreso en el que se discute sobre arquitectura. En realidad uno empieza a pensar en cómo construir esa dimensión cultural. La bienal es interesantísima para poder construirla, pero estamos muy lejos porque la bienal necesita justamente saber que la voy a instrumentar y que cada dos años voy a tener una temática, una convocatoria, una discusión. Eso necesita, y me parece que es fundamental, que la SAU, o un grupo, empiece a encontrar los caminos para poder generar un centro de documentación más allá de la biblioteca, un centro que podría llegar a funcionar en un futuro. No tenemos un museo de arquitectura en Uruguay. Me parece que hay que ponerse con un objetivo. Capaz que antes que la bienal, tener un espacio de reflexión documentado. Hay un instituto de Historia en la Facultad que trabaja muy bien. Hay investigadores independientes que pueden apoyar, pero para todo eso necesitamos buscar formas de financiamiento, y la mejor forma de financiamiento es empezar a pensar. Y también en ese sistema tipo observatorio, ver de qué manera podemos conseguir fondos que vengan a través de fundaciones o a través de una propia fundación sobre arquitectura, algo que nos permita empezar a generar un ciclo de cultura que alimente esta dimensión que me parece que es importantísima.
Y esto está vinculado a otra cosa que me parece que es también otra idea fuerte. Nosotros tenemos tres facultades. La Udelar, a la que quiero mucho y donde trabajé toda la vida. Está la ORT, donde también di clases. Está una nueva que es la UCU, en Maldonado. Los egresados deberían estar acá integrados y muchos egresados de ORT están integrados en la SAU, pero necesitaríamos empezar a ver que los programas de cada una de las formaciones de esos arquitectos tienen algunas deficiencias, porque son realmente carreras que se han acortado mucho. La Facultad de Arquitectura nuestra achicó la carrera en una cosa absolutamente razonable, pero quedan de lado una cantidad de temas. Por ejemplo, la iniciación al ejercicio profesional. Entonces se dictan una enorme cantidad de cursos de educación permanente. Creo, siguiendo el modelo de San Pablo, hay en Buenos Aires, que debe haber una escuela de actualización permanente. ¿Por qué digo una escuela? Porque donde encontremos la forma de darle respaldo académico a los distintos cursos que se están dando, vos logras brindar un fortalecimiento al estudiante, al egresado, que, o no tiene tiempo, o no tiene la posibilidad de ir a hacerlo en la universidad o no le interesa hacer una mejora académica o un título académico en la universidad, un posgrado. Sí tener una actualización de la expertise que se puede dar desde acá, y me parece que eso necesita tener una estructura académica escolar.
Por eso insistía mucho que en Argentina está la Escuela de Actualización Permanente de Arquitectura, que tiene programas, y que cada materia que se dicta o cada tema surge de un comité que dice: “nosotros, en esta forma de práctica profesional, necesitamos de tal y tal materia o revisar tales y tales cosas”, y a partir de ahí pensar en cuál es la unidad, de manera de tener esa unidad similar como los créditos universitarios. De manera que si yo sé que un crédito universitario en la universidad nuestra son 15 horas de dictado y un mínimo curso tiene que tener tres, son 45 horas. Bueno, tener 45 horas de dictado, asimilarlo, de manera que, si mañana las cosas funcionan bien, la Udelar, la ORT, la UCU, te admitan un curso hecho acá en un curso de posgrado de ellos como complemento. Esas ideas me parece que son para atraer gente, que no se vaya el asociado. Estamos tratando de generar una sucesión de eventos para que de alguna manera se puedan integrar a eso.
¿Cuáles serían las tres primeras acciones que tomarías como presidente de SAU?
La primera sería convocar a todas las gremiales afines y grupos que están trabajando, al Ministerio de Educación y Cultura, a las Intendencias, a las universidades, para plantearnos nuestros problemas. Y los temas que emerjan de esas discusiones, traerlos a la directiva para empezar a configurar el espacio de trabajo. Por otro lado, hay un tema puntual que me parece que es urgentísimo, que es la situación de los permisos de construcción en Montevideo, que está realmente complejo, que nos está dando problemas a la Directiva de ahora, está dando muchísimos dolores de cabeza. Se están tomando medidas y hay que seguir profundizando. Después, generar un grupo de trabajo que ponga la mira en la posibilidad del financiamiento. Eso me parece que es fundamental. Me parece que además va por el lado de instruir, de hacer sinergia positiva con las distintas fundaciones, los distintos grupos que hay. Nosotros tenemos cada dos años un local en la Bienal de Venecia y llevamos una representación, pero creo que tenemos que también tener influencia allí. Somos de los pocos países de Latinoamérica que tiene un pabellón en la Bienal fijo, porque se usa un año para arte y otro año para arquitectura. Y es una oportunidad. El Ministerio la maneja a través de la de la Udelar y la ORT este año. Ahora está justo el llamado, pero quizás nosotros podamos tener alguna incidencia importante como colectivo para poder aportar también desde otro lugar ahí.