Compartimos aquí en sentidas palabras escritas por Aníbal Durán esta editorial recibida por la presidencia de SAU, de la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay:
No podía esta gremial dejar de referirnos en unas breves líneas, al querido Arq. Mariano Arana. Ya muchos eruditos se han referido a Mariano y a sus enormes dotes culturales, a su pasión por Montevideo, a haber sido un eximio profesor de la Facultad de Arquitectura, donde su decano Marcelo Danza hizo una breve, pero muy emotiva descripción. Compete que nos refiramos a su vínculo con la Asociación de Promotores Privados. Siempre celebró y nos lo decía, la aparición de APPCU. Precisamente porque él como amante del urbanismo que era, tenía en la gremial un interlocutor válido con quien charlar, pese a que muchas veces se produjeran disensos.
Era la defensa del patrimonio, por un lado, pero era también la inversión en un proyecto inmobiliario, con sus múltiples facetas llenas de ventaja. Y el Arq. Arana con su mente siempre abierta, bien que entendía de estas cosas. No fue un ortodoxo o un dogmático, que se aferrara a sus ideas en forma tozuda y blandiendo su discurso urbano, que se contrapusiera a los promotores, per se. Muy por el contrario, en sus años de Intendente de Montevideo, entre 1995 y 2005, mantuvimos con él un diálogo permanente, abierto, franco, sustancialmente cálido. Carecía de todo protocolo y no llevaba su cargo como un oropel que lo encumbrara. Muy por el contrario, era uno más en los diálogos, a veces con acuerdos, a veces no. Supo ser amigo de muchos promotores y esa buena vibra recíproca, alentaba el encuentro. Era un erudito que enseñaba con la toga y sin ella; con la toga, porque nadie la llevó con más dignidad; sin la toga, porque al desprenderse de las insignias, se quedó con la dignidad.
No fue un agitador, ni un caudillo, ni un tribuno, pero en las horas de incertidumbre, cuando todos los senderos parecían confundirse, los ciudadanos lo buscaban en la sombra, para fijar o rectificar el rumbo. Mariano Arana obraba como pensaba, pensaba como sentía y sentía como era.
Esta gremial vivió varias anécdotas con él, tanto cuando fue Intendente como cuando fue Ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente en el primer gobierno del Dr. Vázquez Rosas. No podemos dejar de mencionar cuando logramos un acuerdo para que el Castillo Pittamiglio sito en la Rambla de Puntas Carretas, fuera concedido a APPCU en calidad de comodato (préstamo de uso). Deteriorado el inmueble, abandonado a la mano de Dios, prestamente logramos un acuerdo con la Intendencia capitalina y se firmó el citado documento, entre él y nuestro recordado y muy querido Presidente, Arq Carlitos Feder, en el salón octogonal del Castillo. Nuestra misión además de que dicho lugar oficiaría de sede social, se ceñía a refaccionar el edificio, angosto en su entrada, pero muy grande y ancho en su interior y eso fue
una tarea cotidiana que supimos realizar con mucho amor.
Mariano Arana en su calidad de Intendente, arribaba a nuestra sede en forma totalmente aleatoria, sencillo, afable y recorríamos las instalaciones para ver como venía la reforma. Varias veces sucedió y la calidez en el trato que nos dispensaba, fue una impronta indeleble. Tengo muy presente, además, cuando fuimos a almorzar en la Ciudad Vieja, junto al recordado Julio Villamide, siendo Arana ministro y comenzamos a esbozar ideas respecto a lo que fue después la ley de vivienda de interés social, donde claro está, nuestro asesor Villamide jugó un rol preponderante. Quedó gratamente interesado Mariano con las ideas que le expusimos en dicha ocasión y fue un gran motivador para que todo culminara con éxito. Y así fue, en las postrimerías de su mandato, plasmamos el proyecto y se convirtió en ley en el año 2011. La AgencIa Nacional de Vivienda, jugó un rol determinante.
El Arquitecto Schelotto, otrora jerarca del MVOTMA, en un palmarés muy vasto, aseguraba que “Arana tenía una preocupación por cómo hacer del derecho a la cultura un derecho para todos” y el entusiasmo por Montevideo, era apasionante. Abundaba el citado Schelotto y decía que fue un fuera de serie como docente de la Historia de la Arquitectura y agregó que a Mariano “siempre se lo asoció con una visión más nostálgica de la conservación del patrimonio y él era un apasionado de la modernidad y de la arquitectura contemporánea”. El ilustre profesor no necesitó fallecer, para que sus conciudadanos conocieran la cera finísima de que estaba amasada su vida, que fue un ejemplo de estoicismo, altivez, de laboriosidad infatigable, del más sano, robusto y marcado optimismo.
Paz en la tumba del esclarecido ciudadano.
Aníbal Durán