El 16 de febrero de 2020 falleció el profesor emérito arquitecto San Carlos Latchinian, conocido por muchos como “el Latchi”. Desde la Sociedad de Arquitectos queremos hacerle llegar un saludo especial a su familia y amigos, y a todos quienes compartieron espacios con una persona indispensable y quien agradecemos haber tenido en el colectivo.
Compartimos con ustedes el homenaje del profesor Andrés Ridao.
Escribir sobre alguien que como el Latchi tuvo una vida tan fecunda como intensa, es tarea ímproba y cualquier resumen de su trayectoria será escaso e injusto.
Aprendimos de él, aprendimos con él y muchos somos los que hoy transitamos su legado. Como estudiantes de arquitectura, nos orientó sobre nuestro quehacer y el rol que debíamos cumplir en la sociedad como profesionales universitarios y docentes.
En aquellos años, duros, fermentales, nuestra Facultad proclamaba: “La honda raíz social de la arquitectura exige que la enseñanza se oriente a proporcionar al profesional un serio dominio de su técnica, una certera concepción de su arte y una desarrollada capacidad creadora; pero, sobre todo, ineludiblemente, el más profundo conocimiento del medio y sus problemas, y una conciencia clara de los objetivos hacia los cuales debe tender la sociedad.” [i]
El profesor Latchinian pertenecía, junto a otros muchos de su generación, a esa categoría que Brecht ha definido como “los imprescindibles”, que ayudaron a construir una universidad autónoma y cogobernada. Como protagonista de hechos trascendentes para nuestra disciplina y para la Universidad en la década del 50, integró los cuadros del CEDA en la definición del Plan de Estudios del 52 y luego de participar en las épicas jornadas de la FEUU en 1958, impulsando la Ley Orgánica de la Universidad de la República, consolidó su tarea ocupando cargos de alta responsabilidad en los organismos de conducción universitaria, lo que le vale ser distinguido en su madurez, como Profesor Emérito de nuestra Casa de Estudios.
Recibido en 1959, ingresó de inmediato a la docencia, una pasión que no abandonará en ningún momento ni lugar, desde el aula a la calle, donde pudo conjugar su espíritu innovador y científico con su compromiso con las causas populares, siempre desbordante de energía y determinación. Multifacético, preocupado por encontrar las claves disciplinares que pondrían forma y espacio en mayor sintonía con los factores que hacen a la funcionalidad de los ambientes habitables y por el mejor vivir, desarrolla durante muchos años su vocación investigadora en el Instituto de Diseño.
Ejerció la docencia del proyecto de arquitectura, su vocación principal, como asistente dilecto del maestro arquitecto Ruben Dufau, para asumir finalmente como Director de Taller en los años 70, hasta que perseguido por la dictadura debió exiliarse, continuando su carrera docente en la Universidad de Zulia, Maracaibo, Venezuela, para reintegrarse y ser designado como Profesor Titular, Director de Taller en nuestra facultad en el año 1985, una vez restablecida la vida democrática en el país.
Como profesor agregado colaboró con la cátedra de Introducción a la Teoría de la Arquitectura acompañando a su titular, el querido profesor Arq. Conrado Petit, y participó de varios concursos nacionales e internacionales de arquitectura obteniendo distinciones junto a un referente ineludible de nuestra docencia, el arquitecto Nelson Bayardo.
En su magisterio como Director de Taller, nunca dejó espacio para la incertidumbre, aunque sí mucho para la reflexión, el diálogo y el debate, que promovía de modo constante.
Latchinian era un moderno a cabalidad, creía en el futuro, creía en el ser humano… y creía que el futuro se proyecta y se construye. En definitiva, como buena persona de izquierdas, era un creyente, que es un modo maravilloso de transitar por la vida.
Así lo hizo, y de él somos deudores.
Andrés Ridao
Alumno del Taller Latchinian
[i] De la exposición de motivos del PLAN DE ESTUDIOS FARQ. 1952